domingo, 11 de mayo de 2008

Yo lo sabía... Sabía que el momento de firmar un contrato llegaría a su debido tiempo.

Hace poco más de un mes mi Amo me preguntó si quería seguir adelante con la relación, si estaba dispuesta a dar el siguiente paso. Le contesté que sí sin dudarlo, por fin entraría en la etapa del entrenamiento. Para entrar en esta etapa siguiendo el protocolo del BDSM, habría que firmar un contrato de sumisión, y era yo quien debía redactarlo según me dijo mi Amo.

La idea me asustó un poco, pero… ¿para qué está San Google? Allí me dirigí y en segundos tenía ante mí varias opciones, ejemplos de contratos que otros ya habían usado y que los ponían en exposición para que, en casos como el mío, pudieran servir de ejemplo o ser copiados tal cual. Pero… unos eran muy concisos, y otros muy extensos, ninguno me convencía totalmente. Tenía el pedido de mi Señor y varios modelos a elegir, pero aún así no lograba dar con lo que yo quería.

Mi Amo eligió uno simple, demasiado simple para mí. Dejaba muchos “vacíos”, muchas cosas sin cubrir, sin explicar. Así que busqué y entre varios armé un contrato de chiquicientas páginas. No quería dejar nada sin poner, sobre todo mis límites y mis obligaciones.

Hoy, a menos de un mes de haber firmado el contrato, me doy cuenta de mi error y de mi tontería. Me tengo que perdonar a mí misma por mi inexperiencia, y cuando lo haga también le pediré disculpas a mi Amo, aunque él está claro en este tipo de cosas y simplemente me deja hacer hasta que yo me doy cuenta de mis errores. Entonces él, simplemente me mira y sonríe...

Para poder explicar mi “descubrimiento”, permítanme compartir con ustedes algo que me sucedió hace unos años. Una vez, un abogado entrado en años y con mucha experiencia, me hizo un contrato para un negocio. Al leerlo, ví que tenía varios puntos que no se habían cubierto, así que me dirigí al letrado y le dije que ese contrato estaba incompleto, que le faltaba tal y cual cosa. Recuerdo que me miró y se sonrió, pasó su brazo sobre mi hombro y me dijo: “Ana Karen… nunca va a encontrar un contrato que cubra absolutamente todo. Le voy a decir algo: cuando firme un contrato, fíjese que tenga lo básico, lo imprescindible, pero… no es tan importante el contrato en sí como la persona con quien lo está firmando. Si la otra persona es un jodedor, no habrá contrato que la salve. Si la otra persona es un ser humano derecho, el contrato pasará a ser un mero formulismo casi sin importancia”.

Lo recordé demasiado tarde, pero lo recordé, y creo que llegó el momento de que mi Amo me mire y sonría, porque sabe que confío en él plenamente. Con o sin contrato de por medio.

anitaK[SW]

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